martes, 15 de noviembre de 2011

la insoporable levedad del ser

Entrenar en grupo es distinto.

Bajo este axioma de perogrullo, se esconde una realidad inevitable. La capacidad de sufrimiento tiene un obvio componente físico,  pero fundamentalmente un componente mental.

Realizar un fartlek , unas series, unas cuestas en solitario, sin mayor incentivo que el de completar tu "obligacion" no es comparable al disfrute de compartir litros de sudor y fanegas de hiel con tus compañeros.

La descarga adrenalítica es infinitamente superior y eso explica que entrenos que aprioristicamente nos paracen quiméricos se tornen posibles. No me refiero a saciar la necesidad de competición con tus compañeros, puesto que ello desvirtua la esencia del entreno sino la camadería y deseo colectivo de trabajar por objetivos comunes.

Mi experiencia me dice que para mejorar, lo esencial es saber compaginar las sinergias del entrenamiento en solitario, para escuchar y conocer tu cuerpo ante diversos estimulos junto al entreno grupal para cerciorarnos de que nuestros límites mentales son franqueables.

La insoporatble levedad del ser

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